de Carlos Ares - dirección: Corina Fiorillo


Paralelos entre ficción y realidad - Diario LA NACION

Corina Fiorillo le da vitalidad al texto de Carlos Ares sobre dos ricas conductas

Sobre el escenario dos intérpretes se disponen a producir actuación. Ella ha sido convocada por un antiguo compañero. Pero el encuentro sobrepasa la mera reunión y el trabajo de dos viejos colegas. Entre ambos, una historia particular comenzará a desarrollarse. El recuerdo puede más; el cuerpo se dispone a convertir esos recuerdos en sinceras emociones y los actores se entregan. Lo que recrean no es un texto de otro, sino ese texto -personal, íntimo- que fueron construyendo cuando sus vidas, hace ya un tiempo, estuvieran ligadas.

Entre aquella relación y ésta hay mucha distancia pero, si bien el presente obligará a descubrir verdades no dichas o ciertas pasiones que se rescatan con valentía del pasado, también permitirá, a ese hombre y a esa mujer, reconocerse en un crecimiento dispar, aunque verdaderamente conmovedor.

El texto de Carlos Ares propone un juego en donde el teatro se meterá dentro del teatro y en el que, personas y personajes, irán perdiendo su verdadera identidad o, tal vez, la encuentren en el más sincero rincón de sus conciencias. En este sentido, la mano del autor tiene cierta dureza. No se anima del todo a dejar que esos seres adquieran un vuelo propio. Celoso de sus criaturas, el dramaturgo no quiere que se le escapen y está muy cerca de ellos dictándole sus deseos sin, a veces, dejar que los mismos personajes adquieran su verdadera calidad y, quizá, lo desorienten y hasta lo sorprendan.

La directora Corina Fiorillo se anima, con mucha seguridad, a que el juego se vitalice. Y, buceando en la conducta de cada personaje, encontrará una materia muy rica y la moldea jugando, hasta darle la forma exacta. Por momentos, las palabras y los actos de esos personajes no son tan crudos; asoma en ellos un sentimiento que, es cierto, ha construido el resentimiento, pero que logran exponer con entera sinceridad.

Muy ajustados, los trabajos de Raquel Albeniz y Alejo Mango descubren a esos seres con mucha sensibilidad y van deconstruyendo sus historias con la valentía, el dolor y la angustia con las que cargan desde siempre, pero que nunca se habían animado a exponer sobre el escenario, quizá.

Carlos Pacheco - Diario LA NACION

1 comentario:

Anónimo dijo...

He visto la obra de Carlos Ares.
Como espectadora, hay cosas que a veces me asombran, quizá por el mero hecho de ser espectadora y no crítica. No entiendo lo que el Sr. Pacheco, quiso decir con "el autor tiene dureza, no permite que se le escapen de la mano sus personajes,celoso no les permite volar.."
Esto es como un contrasentido, con lo expresado por él anteriormente y con lo que he visto en escena.
Mucho me gustó la obra, su directora, sus actores y todo lo puesto en el escenario, para que los espectadores pudiéramos, entender y disfrutar de un espectáculo, en mi opinión, excelente.
Lamento no coincidir con el Sr.Pacheco, quizá por no entender, lo que escribió sobre la obra del Sr. Ares
Josefina Ferrari