“Dos actores se reencuentran sobre el escenario despojado de una sala vacía. Antiguos vínculos que se abren dejando paso a las mentiras, las pasiones, los engaños y el olvido. Los hilos de la ficción los envuelven mientras tejen la trama real que se prepara para caer sobre ellos. ¿Actúan, simulan? Se atraen, se rechazan, se funden, explotan, dan origen al teatro, al universo de las historias.”
“Big Bang” llega a promover el cuestionar del rol del actor en el teatro, pero esa interrogación tiene que hacerse desde el oficio, desde la comprensión de la palabra profesional, desde la mentira-verdad/ verdad-mentira, desde la verdad-teatro y también desde el talento, lo que supone el peso de esta palabra.
“Big Bang” es una puesta con una increíble sutileza, exquisitez y profundidad en las palabras, en las acciones internas –que son verdad-mentira/mentira-verdad-, y en las situaciones de los personajes, la confusión de ser o no ser personajes, la hiriente suposición –el “como si” mágico- de hablar a una sala vacía con la consciencia del público, el intentar crear ese abismo en el silencio del espectador atento...
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